Viviana y Guillermo bomberos, padres y profesionales que transformaron la adversidad en inspiración

Viviana y Guillermo se conocen desde que tenían apenas siete años, sus papás eran amigos en La Estrella, una pequeña comuna cercana a Pichilemu. Con el tiempo, sus caminos tomaron rumbos distintos, aunque el destino insistió en volver a cruzarlos en diferentes etapas de sus vidas. Sin embargo, sería en el momento más inesperado, entre incendios forestales, humo y sirenas, donde ambos, convertidos en voluntarios de Bomberos, descubrirían que lo que los unía trascendía la amistad de la niñez y se transformaría en una historia que los marcaría para siempre.

“Yo le pedí pololeo a la semana de conocernos”, recuerda Viviana, entre risas. Al mes ya esperaban a su primera hija, que hoy tiene 13 años y sigue sus pasos como brigadier de bomberos. Además, de su hijo menor de 3 años. La familia entera respira vocación de servicio, tanto ella como Guillermo forman parte del cuerpo de bomberos de su localidad.

“El olor a quemado es indescriptible. Hemos visto accidentes drásticos, vecinos quemados… Pero siempre volvemos con la mentalidad de que tenemos que regresar a casa, porque tenemos dos niños que nos esperan. Somos bomberos, no superhéroes”, cuenta Viviana.

Ambos, además, decidieron compatibilizar su trabajo y la crianza con los estudios. Viviana, de 35 años, se tituló en Administración Pública en IACC durante la pandemia, resistiendo momentos en que pensó en abandonar. Su examen de título incluso lo rindió desde el colegio donde trabajaba, con mala señal, y terminó dándolo por teléfono. Guillermo, también de 35, trabajó durante seis años como auxiliar de aseo hasta que, motivado por su esposa y por su jefe, se atrevió a estudiar. Hoy, ya titulado en Prevención de Riesgos en el mismo instituto. Actualmente se desempeña como inspector.

“Decidí estudiar porque mi señora me motivó y porque quería avanzar en mi trabajo. Ella siempre creyó en mí. Ahora, además de crecer laboralmente, siento que le di un ejemplo a mis hijos”, asegura Guillermo, que además combina su vida familiar y profesional con la música, como cantante de la banda Chapalele.

Con casi 15 años de matrimonio, Viviana y Guillermo han construido una vida donde el amor, el compromiso comunitario y la superación personal se entrelazan. Una historia que demuestra que, incluso en medio del fuego, siempre puede renacer la esperanza.